martes, 24 de marzo de 2015

La huella hebrea en Tarragona (Ca la Garça)

La impronta de los judíos en la ciudad de Tarragona se ve palpable en los restos arqueológicos que han llegado hasta nuestros días del Call, en el casco antiguo de la misma. Los restos más antiguos de presencia judía en la antigua capital de provincias están datados entre los siglos V y VII, en pleno dominio de los visigodos. En las necrópolis de Mas Rimbau i Mas Mallol se han excavado tumbas con restos de ánforas de tipo oriental, además de encontrarse la inscripción «Samuel», un nombre típicamente judío, y el dibujo de una menorah, un candelabro de siete brazos, símbolo del judaísmo. A estos hallazgos hay que sumarles varias lápidas de la misma época que prueban la presencia de judíos en Tarragona, la más antigua de las cuales, y que ahora se encuentra en el Museo Sefardí de T
oledo, reza «paz sobre Israel y sobre nosotros y nuestros hijos». 

 El Call de Tarragona ocupaba una zona de la actual Part Alta, en la actual Plaça dels Àngels, y las calles adyacentes, como las de Santa Anna, d’En Granada, de Talavera y de la Portella. Esta última recibe su nombre de la Portella dels Jueus, una pequeña entrada para viandantes en la muralla que todavía se conserva y que comunica con el Passeig de Sant Antoni. Todos estos restos son indicios que apuntan a la existencia de una comunidad judía establecida no sólo en la ciudad, sino también en zonas del interior del Camp. Así, la población rural habría abastecido de alimentos a la de la ciudad. 

A pesar del aislamiento y abandono del Camp de Tarragona en esa época, la colonia judía tarraconense aguantó hasta la reconquista a cargo del conde de Barcelona Ramon Berenguer III, en 1116. De este modo llegamos a la edad Media, que significó el período de máximo esplendor de los judíos catalanes, siendo Tarragona la ciudad con la aljama (judería) más importante. Varios reyes, como Jaume I, garantizaron ciertos derechos y exenciones fiscales a la colonia judía de la ciudad, cuyos comerciantes ganaron inf
luencia, lo cual explica su cercanía a la Plaça del Rei, aunque tambien es cierto que durante mucho tiempo los judíos estuvieron mal vistos, cuando no perseguidos y marginados, y fueron recluidos en este espacio.

El Call de Tarragona ocupaba una zona de la actual Part Alta, en la actual Plaça dels Àngels, y las calles adyacentes, como las de Santa Anna, d’En Granada, de Talavera y de la Portella. Esta última recibe su nombre de la Portella dels Jueus, una pequeña entrada para viandantes en la muralla que todavía se conserva y que comunica con el Passeig de Sant Antoni Gracias a la documentación que se ha conservado hasta hoy se sabe que el Call constaba de un horno, unos baños y una sinagoga.
En los últimos años el Call ha sufrido un estado de cierto abandono, pero las instituciones locales están tomando cartas en el asunto para dignificar este espacio patrimonial, que no puede faltar en la gran variedad de elementos históricos y monumentales de la ciudad de Tarragona, siendo la cultura judía una pieza más en la vida histórica de nuestra ciudad, que espera con los brazos abiertos a foráneos y amantes de la historia.

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